UNA SEMANA DE BARRANCOS, BARRANCOS Y MÁS BARRANCOS. PARTE 1
Parte 1: (Valle Tena, Valle de Ossau y P.N. Ordesa-Monte Perdido)
La última semana de julio, la sección de barrancos del club decidimos realizar una expedición al Pirineo Aragonés a realizar descensos clásicos que a la gran mayoría nos quedaban por conocer o que las viejas glorias habían hecho casi cuando se llamaba Reino de Aragón y ya ni se acordaban.
El primer día, tras dormir en el maravilloso Valle de Tena, nos dirigimos a Broto para realizar el descenso del Sorrosal con nuestro amigo Miguel. Barranco espectacular desde el inicio, bien formado con continuos resaltes, saltos y barrancos y con ese gran final, esos dos rápeles de 45 que te escupen de nuevo a la civilización. Para completar el día y tras una comida bien reposada, nos dirigimos al Furco, otro descenso imprescindible si se está por aquellos lugares. Mucho más breve, pero igualmente bien formado.
Para dormir, volvimos al Valle de Tena, ya que nuestros próximos objetivos se encontraban en el Valle de Ossau, ya en Francia. Nos dirigimos al Cap de Pount, barranco con ambiente muy alpino. La actividad al completo fue una delicia. Desde la aproximación y retorno por un sendero espectacular, hasta el propio descenso, que combina de una manera mantenida partes de rápeles técnicos con otras más deportivas. En este descenso aprendimos lo que es el agua bien fría del Pirineo y que no se debe saltar desde troncos resbaladizos.
Saliendo de ese precioso valle, decidimos realizar el descenso de la Bious, que se encuentra al comienzo de ese valle, junto a la localidad francesa de Gabas. Descenso breve y con rincones muy curiosos, que sirve de perfecto complemento del día.
Ese día decidimos relajarnos y hacer noche en Sallent, disfrutando así del festival Pirineos Sur.
La mañana del lunes amaneció algo torcida y con dudas sobre qué hacer. Descartando el Bitet por riesgo de tormentas en la parte norte del Pirineo, decidimos, tras un largo remoloneo, ir a por las Gloces, cerca de la localidad del Fanlo. Ya casi a mediodía, llegamos al parking y fuimos directos al barranco, sin tiempo que perder. ¡Tan directos que poco más y vamos al retorno! Al final, ya en la senda correcta, iniciamos un descenso que fue la gran maravilla del viaje. Es de esos barrancos que marcan y crean afición. Un cañón perfectamente formado, estrecho, con paredes altísimas y unos rincones que parece que te transportan a otro planeta. Así, fuimos progresando en este barranco sencillo en el aspecto técnico, pero imprescindible para cualquier barranquista.
Salimos tan encantados, que quisimos continuar barranqueando un poco más ese día, por lo que fuimos al Viandico, que es el barranco más cercano a las Gloces, ya en dirección a Añisclo. Nuevamente, un descenso técnicamente sencillo, pero también bien formado en el fondo de esa garganta que nos va conduciendo al Cañón de Anisclo.
Por su hubiese sido poca actividad, aún quedaron fuerzas para cambiarnos y realizar un paseo por ese cañón, para conocer la Ermita de San Úrbez.
Esta vez tocó hacer noche cerca de Escalona, ya en la zona de Aínsa-Bielsa, con una bien merecida cena, ¡medio cordero que nos metimos para el pecho!
Continuará...