Diario de Exploración |
Después de mucho tiempo sin explorar, y coincidiendo que libraba el fin de semana, me anime a preguntar en el grupo si había algún plan.
En buena hora…Según me contaron había que topografiar los nuevos e interesantes hallazgos del Corzo, hechos en semanas anteriores pero aun a falta de hacer topo.Confieso que he prometido a mi mismo en varias ocasiones no volver a bajar ahí, pero por algún motivo siempre acabo volviendo. Es una de esas torcas en las que se sufre, pero a las que se acaba por coger cariño. O quizá sea síndrome de Estocolmo… El caso es que pensé “¿por que no?” y quedamos Pixi, Josemi y un servidor, como es habitual en la Garma de Bucebrón, a las 8 y media de la mañana. Daban lluvia ese día. Al parecer bastante. Sin embargo, cuando llegamos a La Garma, lucía el sol, y nada en el cielo parecía indicar que fuera a llover. “Se habrán vuelto a equivocar los del tiempo” pensamos.Tras dar los avisos pertinentes y pertrecharnos adecuadamente, nos dirigimos a la boca, en la cual espantamos a un corzo (¿o era un rebeco?), y comenzamos el ritual de descender al abismo mediante un sinfín de pozos y estrecheces.
Durante la bajada, pude apreciar las muchas horas invertidas por manos expertas en labores de reinstalación y desobstrucción, que hacen que la torca ahora sea un poquito mas llevadera.Los nuevos anclajes, de acero inoxidable y grueso calibre, dan una gran sensación de seguridad en comparación con las chapas y mallones oxidados que había anteriormente. Las zonas equipadas con peldaños, me parecieron todo un lujo. Los estrecheces ensanchadas fueron la guinda del pastel.
Al llegar al ultimo pozo, observamos que el cordino de dyneema del último anclaje estaba bastante dañado, así que decidimos eliminar ese anclaje, buscar una posición mejor, que evitara la caída de agua (gran acierto), e instalar un nuevo anclaje con anilla inox. Josemi lo hizo en un instante y continuamos rumbo a la punta de exploración.
La jornada de topo se desarrollo de forma fluida, con buenos resultados. Comenzamos en la Sala Gaudí, desde al cual accedimos a la estrechez de la galería de la electricidad, continuamos por el pozo del lirón, y el pozo de las setas, hasta llegar a la galería de los forajidos y acabamos en la gran sala Kiko, dejando numerosas incógnitas y bellas formaciones a nuestro paso.
E un par de ocasiones tuvimos que repetir algunas de las mediciones, ya que aunque los puntos estaban tomados, no eramos capaces de verlos en el alzado de Topodroid. Por precaución, decidimos repetir esas zonas antes de marcharnos.
En total unos cuantos centenares de metros (420 en concreto) de pozos, salas y galerías se sumaron a la topo del Corzo. 48 nuevos puntos de topo y unas 1000 mediciones radiales fueron realizadas en las 4 o 5 horas que duró nuestra labor.
Felices y satisfechos con el trabajo realizado, decidimos emprender el camino de regreso en torno a las 16:00. Pronto comenzamos a observar que brotaba agua de lugares en los que no la había a nuestra entrada. Había goteos en lugares antes secos, y chorros de agua caían con intensidad en algunas partes del camino que antes solo tenían un ligero goteo. Dedujimos que al final, si que se había puesto a llover. Lo comprobaríamos un poco mas adelante.Los pozos de bajada, antes secos, ahora estaban en carga. Libramos la ducha del primer pozo gracias a haber cambiado la instalación de la que bajábamos… pero no fue así con los siguientes. Tuvimos que subir en varias ocasiones por caídas de agua, en algunos casos goteos, luego duchas abundantes, y en finalmente, autenticas cascadas de agua, bastante fría por cierto, que nos caía encima sin piedad. Enseguida acabamos completamente empapados, con nuestros trajes, botas y sacas a rebosar de agua. La subida tranquila con varias paradas que habíamos planeado, se convirtió en una carrera sin pausa hacia el exterior. Es en esos momentos cuando piensas : “quien me mandaría a mi meterme aquí” “con lo bien que podría estar yo ahora en el sofá de casa, tomándome un te y viendo una peli” “Si salgo no vuelvo aquí ni loco”…
Hacia las 20:00 por fin estábamos todos fuera. Paradójicamente, en la calle ya no llovía. No teníamos que correr hacia el coche. Aún era de día. “Es la primera vez que salgo del Corzo de día” pensé. Y además ¡sin barro!. Estábamos completamente empapados, pero limpios, tras la gran ducha que nos habíamos pegado subiendo. Hay que saber ver el lado bueno de las cosas...
Al final, tras cambiarnos y comer un poco, y ya entrando en calor de nuevo, poco a poco volvíamos a sonreír.
Todos sabemos que tarde o temprano, volveremos.
Participantes Pixi, Josemi y Victor